miércoles, 16 de diciembre de 2020

Ha salido a la venta mi primer libro que lleva por título "Con oficio de eremita" y lo puedes adquirir en Amazon y libros.cc

También está disponible en formato digital (eBook) en La Casa del Libro y El Corte Inglés






lunes, 7 de diciembre de 2020

 

Cuento de Navidad

 

Por Juan Antonio Muñoz Yébenes

 

Las horas golpean mi cabeza, quizás para recordarme de que ya es tarde y que no debería seguir en la cama, quizás debiera levantarme pero no lo sé, me da exactamente lo mismo, tan sólo un día más en esta tierra castellana de frío casi polar.

Al final me anima el aroma de un café recién hecho y decido salir de mi letargo, cual marmota de USA

Me llegan los compases del Telediario para anunciarme que ya es Navidad, ¡qué bien, qué alegría!, muchas gracias queridos colaboradores de la prensa televisiva, hace tiempo que no miro al calendario y se me había escapado tan insigne fecha…

Voy saboreando el primer café y sin quererlo, me asaltan los recuerdos de pasadas Navidades.

En esta ocasión no va a ser distinto, me lo ha hecho saber el fantasma de Navidades pasadas que se ha instalado en mi cuarto de forma permanente, no hay manera de echarlo… ¡Que tío!

No respeta ni mi espacio ni mi momento matinal,  y yo solo quiero disfrutar de mi café y de mi cigarrillo mañanero… ¡Que pesado!

Suena el timbre, como siempre, ya estoy harto del cartero y de tanta publicidad pero en este caso no se trata de eso, simplemente llama "la alegría de la huerta" a mi humilde puerta, es Antonio, que viene a pasar con nosotros la Navidad.

El fantasma de otras navidades se mofa de mí y me señala con su esquelético dedo, se ríe sin parar…

Ya llegó la Navidad a un barrio donde no suenan panderetas ni fanfarrias, no hay villancicos, nadie te saluda, ni te da las gracias…

Aquí no resuena la zambomba, no hay redoble de tambor y los únicos petardos que se escuchan, están pegados en la barra de algún bar…

Tampoco toca la lotería y el único gordo se murió de un empacho hace tiempo ya. Tan solo hay silencio al final de una noche tan oscura y gélida como el alma de mi fantasma, si es que la tuviera.

Ya llegó la Navidad a una casa sin adornos, sin guirnaldas, huérfana de aguinaldos y ausente de cualquier atisbo de alegría, con una mesa pobre, sin invitados, donde preside Antonio para recordarnos su desdichada vida y lo malos que son los programas de televisión.

Poco a poco nos va relatando sus desventuras, sus enfermedades, su ruina…

Está muy atento de las noticias del día para ilustrarnos con su crítica, sus reproches de lo mala que es la vida y mientras tanto, Carmen asiente, le da la razón en todo, no vayamos a tenerla…

El fantasma de otras navidades se mofa de mí y me señala con su esquelético dedo, se ríe sin parar…

Voy mirando al reloj y no avanza, también voy mirando la tele de reojo con el fin de evadirme pero no lo consigo, tan solo quiero irme a mi cuarto a leer un rato, incluso a escuchar algo de música Heavy Metal, cualquier cosa que me rescate de la cena navideña.

Son recuerdos... El fantasma de navidades pasadas susurra en mi oído despavorido que este año, por bueno o malo que fuera, tampoco estará con nosotros Antonio.

La sonrisa ya no brilla, corre y vuela fugitiva pues conoce la sentencia, sabe de la condena que la tiene recluida tras una mascarilla quirúrgica, ¿o quizás fuese de tela? Y que más da, aquí sólo gobierna, preside y reina... ¡La pena!

Un año más y todo sigue igual en este triste barrio, donde no llegan ni Reyes Magos ni dromedarios, como mucho, algún camello que quiere cautivar a la muchachada para engañarlos… ¡Siempre igual!

Al Santa Claus ese ni se le espera, no lo conocemos siquiera… Welcome to the jungle!

Aquí no cambia nada pero aun así, os deseo de todo corazón… ¡Feliz Navidad!

Recordar que esto no es más que un cuento, es pura ficción, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia…

¡Feliz y Próspero Año Nuevo!

 




 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

 

Ya se aproxima la publicación de mi primer libro que lleva por título "Con oficio de eremita"




sábado, 4 de julio de 2020

Celebración del VI Centenario de Ciudad Real



A CIUDAD REAL, MUY NOBLE, MUY LEAL

Con motivo del VI Centenario de la ciudad

Sopor de aceituna, mecida en tu cuna de verde olivar.
Dormita la encina, con mordiscos de luna y quedo trinar.
A la vera del sendero, giran los molinos molineros
y acarician lisonjeros las mieses de tu piel. Muy ligeros,
sueltan las aspas al viento aterido, frío, ¡casi polar!
Ya duerme el hato en el aprisco y su pastor, al calor del hogar.
Los Llanos están moteados de los Castillos Medievales,
de quejigos, de quimeras Quijotescas en sus pedestales.
El Guadiana aparece en las noches y por el día se esconde
bajo tierra, ¡bravo río fantasmal!, hechizo de Caronte.
 Tierras del rocío, helada y fría escarcha, ¡preciados cristales!
 descritas y escritas por la lanza de un tal… ¡Miguel de Cervantes!
Tierna patria de quesos y vinos con mil aromas divinos.
Son tierras de Duelos y Quebrantos por mil amores perdidos.
Caminan en añoranza, trotan, Rocinante y Sancho Panza;
van buscando a su Dulcinea… ¡por toda Castilla-La Mancha!
Yo sigo a mi destino, tan cansado, y con el trote cansino
persigo, entre las miradas esquivas, paz, consuelos, abrigo.
Ya llego que voy llegando a esta ciudad, muy noble, muy leal,
de cuyo nombre sí puedo acordarme, se llama… ¡Ciudad Real!
Bello encaje de bolillos, berenjenas, muebles artesanos.
 Zurras, Pandorgas con mil canciones, ¡a nuestra Virgen del Prado!
Me siento para descansar en la umbría de tu Catedral,
tallada en roble puro y bruñida, por la Corte Celestial.
Brillan tus tierras de mercurio, argentas de preciosos metales,
donde ríen, lloran las Viñas… ¡entre mil amores fatales!,
donde sueña la pastorcilla con el infante girasol,
con tiernas rosquillas, al son de flautillas y… ¡Pestiños de amor!
La memoria evoca los fragores de las batallas campales
de tu historia, tan rica, épica… ¡entre mil ardores medievales!
Ya llega la hora para continuar con otra vuelta al ruedo y
 levanto, levada el alma al contemplar, La Puerta de Toledo.
Sigue el paseo, muy lejos, allende los Pagos del Vicario,
donde habitan sueños de Oretanos, y Caballeros Templarios.
Son tierras consagradas de Artemisa y su jabalí, del ciervo
de la berrea, de la codorniz, del ave de caza, ¡del cielo!
allende la Ermita, vieja decana, muy celosa guardiana
de los misterios y arcanos… ¡Entre los Campos de Calatrava!
Allí, las posadas ofrecen migas, gachas, pistos y hogazas
con redobles del sol, al son del tambor de la vieja almazara.
Allá, arrullan fraguas y yunques a la espada, la flecha y su arco;
 mandobles de fuego que sirvieron… ¡en la Batalla de Alarcos!
Horizonte espigado de centenos, maíz y lluvias claras
de sudores campesinos, de rica miel y mejor cebada.
Ya se hace muy tarde, ya regreso a la ciudad, a Ciudad Real,
abrumado por el trato de la gente, por su capital
nimbada de las Rondas, de callejas, tersos parterres, plazas
coronadas por balcones florales y lujosas terrazas.
Acelera el paso un Ocaso Universitario, con devoción
de aulas cerradas, raudos… ¡corren para tumbarse en el Torreón
del Alcázar!, olvidando los libros por la crecida grama.
Vestigios de tu hermosa juventud, primorosa, ilusionada.
Después, ¡sigo pensando en ti! En una ciudad muy noble, muy leal,
de cuyo nombre sí puedo acordarme, se llama… ¡Ciudad Real!

JUAN ANTONIO MUÑOZ YÉBENES