JESÚS DE NAZARET
Dedicado a las Cofradías y Hermandades de la
Semana Santa
Bajan sierpes sangrientas por tu
frente escarlata y
recorren sedientas la cruz, con
clavos de plata y
peines de luz, que acarician tu pelo de
espinos,
que atraviesan las mieses de tus
pies, de tus manos,
que rasgan tu gola de miel los
crueles romanos,
de lanza viperina y látigos
asesinos.
Fariseo deicida, envidias al Hijo
del Hombre y
pronto te olvidas, por cuatro
monedas de cobre y
presto te admiras vestido de vil
mercenario.
Jesús Nazareno, El Salvador, con
padres eternos
que nos libran de todo mal, de
todo infierno,
que nos miran sufriendo en redentores
calvarios.
Te dejas prender, de noche y
entre brunos olivos
marchitos por el horror, por
llevarte cautivo
con golpes, insultos, zafias y zaínas
acciones,
te dejas llevar, así está
escrito, cruz al hombro,
con el paso agotado y con Vía
Crucis de escombros
te dejas crucificar, ¡entre santas
pasiones!
Ahora ya viene, ahora ya llega la
hora infinita y
ahora retiene, ahora ya llora el
alma bendita.
Aurora en lágrimas vivas, ahogada
en la pena
por la voz sin mácula, por el fiel
sentimiento,
por la oveja perdida, por el
mísero hambriento
ansioso del Verbo y testigo, en
La Última Cena.
Apóstol de los temores, pues así
está escrito,
clamando valor, rezas, ¡como el
trueno es tu grito!
que desgarra cielo y tierra,
templos y tinieblas.
Jesús Nazareno, eres lucero
marinero,
brisa de estío y calor, en las
noches de enero.
En la cruz, se alza y divisa un
rótulo latino:
“Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum”,
escribieron,
y traduzco a mi modo con verso
alejandrino:
“Jesús Nazareno, Rey, Hombre,
Dios en el cielo”
A tus pies, desconsuelo y dolor,
llantos de Madre
que vela y vuela, en tu albura, a
la diestra del Padre
y entre cantos Querubines, que al
alba despiertan.
JUAN ANTONIO MUÑOZ YÉBENES
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